con un lucero por testigo…
en la mar cantaba una sirena
un canto seductor y amigo.
De su alma escapaba una balada
henchida de tristeza y amor…
reflejando en su dulce mirada
la pasión por un ruiseñor.
Y las olas del mar… bailaban…
un baile de fervor sincero…
con las estrellas que lloraban
bajo el firmamento hechicero.
Y la noche se hizo día…
Y el día… primavera…
¡Qué hermosa melodía!
para esa linda quimera.
Luz de luna… en el cielo…
con aroma a sentimiento
envuelto en terciopelo.
A.V. 21-2-18
Hola Antoonioe, que bonita noche, con esa sirena y ruiseños, mágica como suelen ser esas noches.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Feliz viernes.
Un abrazo.
Maravilloso poema.
ResponderEliminarBesos.