lo que me diste con tanta pasión;
solo fue el capricho de tu corazón
y el dulce sueño de un ruiseñor.
Hoy mi alma sucumbe de dolor...
al ver que todo fue una mala ilusión
que llenó mi espíritu de luz y color
con la ambrosía de tu canción.
Y aquellas palabras... enamoradas...
que volaron de tu aliento hechicero
tan solo eran... flechas envenenadas.
Y yo, apresado por aquél te quiero,
hice de ti una hermosa alborada
y la dueña de mi afecto verdadero.
A.V. 3-2-13