Una balada vestida de amor
tiene la mirada de una sirena…
con un ilusionado resplandor
y en su mejilla una linda azucena.
Al mirarla despierta con fervor
el sentimiento de un alma serena…
es un niño o tal vez… un ruiseñor,
que alegre ha liberado su condena.
Vuela como un poeta enamorado...
de la mar y de una preciosa estrella...
que ilumina su aliento apasionado.
Es una luz acalorada y bella...
donde late el corazón nacarado
de una encantadora y dulce doncella.
AV 30-1-15