Tus ojos nena son mi
firmamento
y ese mar de lágrimas,
precioso lucero,
ese que hoy me ha
dicho te quiero,
es el océano donde
habita mi sentimiento.
Ese agua bendita es
el elixir de mi vida,
el brebaje que nace
de un lindo paraje
que hay dentro de ese corazón salvaje
donde reside tu alma soñada y querida.
Con esas gotas
resbalando por tu carita
como un rio que
camina hacia el mar
mi espíritu alienta un
dulce despertar
con una poesía para mi
bella Afrodita.
Niña tú eres mi diosa…
un ángel glorioso
que lleno de gozo
enamoró todo mi ser
y me tiene cautivado
con ese querer
tan humano, tan alegre y tan maravilloso.
No llores por mí,
divina chiquilla,
pues sabes que mi
amor no terminará,
que en tu tierno
jardín siempre estará
con su aliento y con su
eterna semilla...
Con un viento que
invada tu pensamiento
y lo colme de alegría
y sosiego
con nuestro bonito
enamoramiento.
A.V. 26-6-12